The New Black es un quinteto alemán que con II: Better In Black [AFM Records, 2011] ve publicado su segundo larga duración, un año y medio después de que apareciese su autotitulado debut.
Un año y medio que ha transcurrido de forma vertiginosa en la vida de The New Black ya que además de cosechar buenas críticas, también han tenido la oportunidad de girar por Alemania con Alter Bridge, de tocar ante 65.000 personas abriendo para AC/DC o de actuar en el prestigioso Wacken Open Air Festival.
A pesar de las numerosas giras y actuaciones que han ofrecido, The New Black también han tenido tiempo para componer un nuevo disco y, sobre todo, para fabricar un álbum que ha superado a su primera entrega. Algo que es muy difícil de conseguir ya que los primeros discos son el fruto de varios años de oscuro trabajo en el local, de descartar muchas canciones, hasta pulir un repertorio perfecto y engrasado.
Better In Black ha sido autoproducido por los propios The New Black, la mezcla ha corrido a cargo de Michael Dotzler y masterizado por Achim Köhler, que previamente ha trabajado con Amon Amarth y Primal Fear. Y el resultado final supera a su predecesor porque sigue la línea enseñada en su primer disco, pero progresando adecuadamente tanto compositivamente como a nivel de producción y sonido.
The New Black siguen destacando por sus poderosos, contundentes y pesados riffs de guitarra -”Fading Me Out”, “Suncries Moon” o “King I Was”- que pueden recordar a los de Zakk Wylde en Black Label Society o ligeramente a los de Dimebag Darrell en Pantera. Además, en algunas canciones, como “Batteries and Rust”, también dejan entrever cierto gusto por el heavy rock clásico de Thin Lizzy o por el southern rock, con slide guitar y armónicas incluidas en “Altar Boys”.
Sin embargo, The New Black no son únicamente poderosos riffs de guitarra. También se mueven con comodidad por terrenos melódicos, como demuestra “Happy Zombies” o “When It All Ends”, donde destaca especialmente la versatilidad de la voz de Fludid. Precisamente, uno de los puntos de interés de la música del quinteto alemán es la variedad de registros de su vocalista.
Un año y medio que ha transcurrido de forma vertiginosa en la vida de The New Black ya que además de cosechar buenas críticas, también han tenido la oportunidad de girar por Alemania con Alter Bridge, de tocar ante 65.000 personas abriendo para AC/DC o de actuar en el prestigioso Wacken Open Air Festival.
A pesar de las numerosas giras y actuaciones que han ofrecido, The New Black también han tenido tiempo para componer un nuevo disco y, sobre todo, para fabricar un álbum que ha superado a su primera entrega. Algo que es muy difícil de conseguir ya que los primeros discos son el fruto de varios años de oscuro trabajo en el local, de descartar muchas canciones, hasta pulir un repertorio perfecto y engrasado.
Better In Black ha sido autoproducido por los propios The New Black, la mezcla ha corrido a cargo de Michael Dotzler y masterizado por Achim Köhler, que previamente ha trabajado con Amon Amarth y Primal Fear. Y el resultado final supera a su predecesor porque sigue la línea enseñada en su primer disco, pero progresando adecuadamente tanto compositivamente como a nivel de producción y sonido.
The New Black siguen destacando por sus poderosos, contundentes y pesados riffs de guitarra -”Fading Me Out”, “Suncries Moon” o “King I Was”- que pueden recordar a los de Zakk Wylde en Black Label Society o ligeramente a los de Dimebag Darrell en Pantera. Además, en algunas canciones, como “Batteries and Rust”, también dejan entrever cierto gusto por el heavy rock clásico de Thin Lizzy o por el southern rock, con slide guitar y armónicas incluidas en “Altar Boys”.
Sin embargo, The New Black no son únicamente poderosos riffs de guitarra. También se mueven con comodidad por terrenos melódicos, como demuestra “Happy Zombies” o “When It All Ends”, donde destaca especialmente la versatilidad de la voz de Fludid. Precisamente, uno de los puntos de interés de la música del quinteto alemán es la variedad de registros de su vocalista.
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