viernes, 7 de enero de 2011

Lynyrd Skynrd

Lo primero que uno se dice cuando acaba la cuenta inicial, es “esta batería suena muy bien”, se incorpora la guitarra y el sonido sigue siendo delicioso, pero es empezar, el malogrado, Ronnie Van Zant a cantar y sentir definitivamente que estás ante una auténtica maravilla. Es el disco de debut de la banda, y la impresión es de que llevan treinta años tocando juntos.
Siete muchachos con excelentes aptitudes musicales y excedentes dosis buen humor ,que empiezan ya por el nombre del grupo, tomado prestado del profesor de gimnasia que dictaba las normas de la longitud capilar en el instituto de secundaria donde algunos miembros de la banda asistían. Incluso para despejar dudas, titulan la obra con la transcripción fonética del mismo.
Es considerado, y no se aleja de la realidad, como la Biblia del “southern rock”, contando a modo de epílogo del Antiguo Testamento con uno de los himnos musicales, Free Bird y que empalmaría en el nuevo libro mesiánico que será su segundo álbum, con el aún más promulgado Sweet Home Alabama.
Pero no podemos concebir como exclusividad de un subgénero este Pronounced 'Lĕh-'nérd 'Skin-'nérd, pues tiene la cualidad, muy poco extendida de aglutinar de forma tan increíblemente coherente las acepciones de hard rock, country, blues, garage rock... en lo que se denomina simple y majestuosamente rock.
Ocho canciones extraordinarias y que con igual sencillez van alternando y pasando de registro, sin distorsionar el resultado global. Empezamos con una chulería rítmica en ese arranque discontinuo de la batería, que se ve reforzada por las guitarras de I Ain’t The One, y a los que acaba de rematar ese soberbio trabajo vocal, en las diferentes acepciones de la palabra.
Se pasa a Tuesday Gone, como se pasa del día a la noche, es decir, sin perder sentido de la unidad; y nos regalan uno de esos temas en los que música y letra son sinónimos de honestidad y de fidelidad del uno con el otro.
Vuelven a repetir este contraste con los dos siguientes cortes de la cara A del LP, comenzando ahora con el divertido asunto e instrumentación de Gimme Three Steps, y seguida de la sencilla, con mayúsculas, Simple Man. Y ahora la pregunta que uno se lleva a la cabeza es “¿se puede hacer una canción más bonita?”.
En la siguiente parte del disco, tres temas con un sonido mucho más ligado a las raíces del rock’n’roll; ahí asoman el honky tonk de la crítica política Things Goin’ On, el blues mondo de Mississippi Kid con guitarras, voz, harmónica y ,tenues para el oído, golpes de inevitable acompañamiento rítmico. Los consejos de la más hard-rockera Poison Whiskey cierran esta terna.
Para acabar, la ya mencionada previamente, Free Bird, en la que los timbales parecen anunciar, a modo de obertura, lo que va a ser esta obra maestra. Una guitarra llorona para introducir la eterna pregunta. Y un trío de guitarras que van a dejar para la historia un solo frenético al que irremediablemente se va a acabar uniendo, contagiado de tanta locura, el bajo y el oyente.

TEXTO ORIJINAL DE :CÉSAR FRANCÉS 

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